A propósito del ateneísmo.
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Publicado por primera vez en la revista Enciclopèdic Noticiari nº 24 del año 2000.
Las necesidades casi siempre obligan, el hambre motor de la revolución de los Sin Pan con Louisa Michel de instigadora de verdades como puños se abrieron paso por la Francia del XIX. También aquí en este rincón de Europa y por supuesto en otros tantos miles de rincones la rebelión fue una constante de los ejércitos de parados y sueldos de miseria de hombres y mujeres que debieron luchar por la subsistencia, sin embargo el hambre del conocimiento, del saber estar, del ser , en definitiva del individuo no debería entenderse nunca como un objetivo posterior a las necesidades básicas de la subsistencia, sino en todo caso como una necesidad pareja. –Aunque esto nos parezca difícil de entender, sobretodo cuando nos recuerdan aquello del torero que nos dice : «Más cornadas da el hambre»-.
Pese a todo, el saber como concepto debe ser entendido como un acto del individuo capaz de analizar y racionalizar toda aquella información que recibe y devolverla al foro de la sociedad una vez reflexionada.
En definitiva el conocimiento analítico no debe ser más que una práctica al que todo individuo racional tiene derecho.
La cultura entendida como el culto a Atenea, protectora de las artes y las ciencias de la cultura griega es el foro por el cual en su día apostaron aquellos hombres que vieron en los ateneos el marco adecuado para interrelacionar a los hombres y mujeres con el saber.
En España, los primeros ateneos tienen sus inicios en las ciudades, hacia mediados del siglo XIX al igual que Centros Republicanos Federales, a la vez que se producen los primeros pasos de la revolución industrial y el cooperativismo que unifica criterios de unión y autogestión, empieza su desarrollo sobretodo en las zonas rurales.
Estos primeros ateneos nacidos en su mayoría por iniciativa popular, perderán pronto influencia y serán absorbidos por una buena parte de la burguesía ilustrada y de la iglesia católica.
Por este motivo, su carácter democrático será diezmado y puesto en evidencia, al convertirse los ateneos en un instrumento de las clases dominantes.
Esta situación se mantendrá poco más o menos durante los primeros años del siglo XX, aunque de nuevo nacerán, otros ateneos populares, centros republicanos democráticos y casas del pueblo, que tendrán fuerte implantación popular durante las primeras décadas de éste siglo, que con el tiempo se convertirán en verdaderas universidades populares, que gestarán un estado de opinión crítico y analítico.
Con la llegada de la 2ª República y sus libertades la ilusión de nuevo arranco el jubilo de nuevas generaciones que ansiaban la libertad. Será en ese instante cuando los anarquistas deciden vaciar los viejos ateneos populares para crear los nuevos ateneos libertarios aunque a veces camuflados de asociaciones culturales, véase por ejemplo «La asociación cultural Faros» sin duda más conocido por Ateneo Faros.
Los Ateneos Libertarios en ese periodo se convirtieron en el instrumento adecuado para que los jóvenes anarquistas se encuadraran en diversos grupos de Juventudes Libertarias, así no es extraño ver que en todos los ateneos libertarios había numerosos grupos de JJLL que a lo sumo contaban con 10 o 12 personas cada uno y desarrollaban su marco de afinidad especifica o bien participaban conjuntamente en las actividades culturales o políticas que desarrollaba el ateneo por medio de sus secciones ya fueran de teatro, excursionismo, naturismo, etc. Pero sobretodo creo que es importante resaltar que en estos ateneos libertarios del periodo republicano, se produce por primera vez el contacto directo e implícito de la mujer con las ideas del acratísmo, que no podían desarrollarse con normalidad en la mayoría de sindicatos, naturalmente en este contexto también es importante la labor de revistas como Estudios, Iniciales, Ética, Higía, Nueva Humanidad, etc.
Basta con echarle un repaso a la prensa obrera de la época –años 30- como «Tierra y Libertad» «Fragua Social» y sobre todo «Solidaridad Obrera» para cerciorarse que buena parte de la vida interna de los ateneos sobretodo conducía a sus afiliados hacía un mayor conocimiento de la vida y de la cultura y que esta la vivían apasionadamente.
Sin embargo en el conjunto de aquella sociedad republicana e incluso durante el régimen dictatorial anterior, con algunas excepciones, estos ateneos cada uno con sus peculiaridades serán denominados, Ateneos Racionalistas, Libertarios, Republicanos, Populares, Enciclopédicos, Politécnicos y las Casas del Pueblo, etc.
En este camino de la consolidación estructural, no hay duda que los ateneos se convirtieron en una parte sumamente importante del pensamiento crítico de éste país. Así como, poco a poco se transformaron en tribuna, no sólo de la cultura popular, sino también, en muchos casos sirvieron como plataforma de la acción política de un país resquebrajado. Además de sustituir al Estado en el papel de educador del pueblo. Convirtiendo al obrero en un autodidacta crítico, capaz de plantar cara al fascismo durante tres años (Conjuntamente con los sindicatos anarcosindicalistas de la CNT y grupos republicanos).
Con leer las memorias del General Emilio Mola en «Lo que yo supe» –trata sobre el periodo que Mola estuvo como director general de seguridad durante la dictadura de Primo de Rivera y Berenguer- se entiende perfectamente contra quién se levanto el ejército el 18 de julio en África, y el motivo no es otro que el conocimiento que estaba adquiriendo el pueblo, ese conocimiento de todos los conceptos estructurales de la vida, que dio capacidad y soltura de entendimiento y desenvolvimiento a los hombres y mujeres que procedían del obrerismo y ese saber había sido adquirido en buena parte de los ateneos convertidos en universidades populares. Sin duda se estaba creando esa capacidad para gestionar una nueva sociedad. Y eso ni militares ni religiosos podían tolerar.
Después llego la larga noche del franquísmo donde la imaginación fue comprimida, fragmentada y lapidada donde todos los ateneos críticos, mencionados arriba, fueron clausurados sus locales, perseguidos y asesinados sus militantes, destruidas sus pequeñas propiedades y quemada buena parte de sus bibliotecas. El terror diseco el campo de las ideas y el miedo se adueño de nuevas generaciones. Así durante un tiempo que pareció eterno.
Una vez restablecida la democracia en España en 1976 la suerte de los ateneos no ha sido muy distinta a la vivida en el franquismo, y así vemos como los políticos se apresuraron a restablecer de nuevo todos los instrumentos del nuevo sistema democrático, pero desecharon de buen principio la idea de apoyar y recuperar, aquellos forums de debate y cultura popular como ateneos, centros republicanos, ni tan siquiera las Casas del pueblo socialistas que tuvo la República.
Ante esta situación, el esfuerzo tuvo que correr a cargo de algunos inquietos vecinos de barriadas populares y de jóvenes ácratas, que crearon tanto los ateneos populares como los libertarios, pero ante la incomprensión de una sociedad manipulada por los medios de información, y tremendamente materialista, éstos fueron perdiendo la ilusión y vitalidad con la cual se habían reconstituido.
Además, en el caso de los ateneos libertarios se produce el hecho de la doble militancia de sus afiliados con relación al sindicato CNT y una vez pasada la efervescencia de los primeros años de libertad, la dependencia del ateneo con el sindicato producirá que se vivan las mismas tensiones de ruptura de la central anarcosindicalista por lo que a mediados de los ochenta apenas quedaran núcleos ateneístas en el conjunto de la piel de toro.
Sin embargo creo que sería interesante que nos deteniéramos de nuevo en 1976 y años siguientes, cuando una vez restablecida la democracia las nuevas instituciones deciden que ya no es válido el viejo modelo asociativo republicano de cooperativas, ateneos y demás. Y naturalmente desacreditan con todos sus medios esa parte de la iniciativa popular que tanto peso tuvo en el periodo republicano y ahora se le niega e ignora hasta su propio patrimonio expropiado.
El siguiente paso no será otro más que vaciar de contenido buena parte de las asociaciones de vecinos. Y así se inicia el proceso de domesticación cultural y política, que en Cataluña pasa por la construcción de los Centros Cívicos que con el tiempo se convertirán –casi en su totalidad- en casales ( aparcamiento) de viejos y niños o a lo sumo de una cultura del entretenimiento y el folklore. Siempre controlada y dirigida desde las instituciones.
Por ello, nos damos cuenta que nuestra generación esta viviendo la «dictadura de la demosgracias» donde aquellos que creen dirigirnos tratan de imponernos aquello que ellos creen que es lo mejor para el resto o sea la cultura del entretenimiento y la ignorancia y se olvidan que cada generación en su conjunto tiene que saber distinguir entre las cosas que paulatinamente deben cambiar, aquellas que se deben desechar y las que no cambian nunca. Pero eso solo se puede aceptar en un proceso de evolución en igualdad y no por imposición.
Hoy a las puertas del siglo XXI seguimos creyendo que el hombre necesita más de las viejas asociaciones ateneísticas que de los nuevos centros cívicos, evidentemente la sociedad en este sentido ha sido vaciada de estos argumentos antes coreados como eran «Unión, acción, autogestión» que procedía del campo de las humanidades, donde se cultivaba la afinidad entre iguales. Y este retroceso se produce por imposición de unas instituciones que en nombre del progreso niegan los instrumentos para el conocimiento al alcance de todos y a cambio incluso pretenden planificarnos la vida y el entretenimiento.
En cuanto a los ateneos libertarios hoy, vemos que estos tienen una propia filosofía de vida que los hace particulares y muy singulares, cuando sin apenas declararse libertarios su rebeldía poco más o menos que los delata, con una problemática muy concisa a las jóvenes generaciones que provoca el rechazo y el desconocimiento incluso del referente histórico que sin duda en algún momento debe encontrar y confluir.
Creer en el año dos mil en el ateneísmo pasa por entender y recuperar el pensamiento de hombre como por ejemplo Antonio Machado cuando éste en el II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas celebrado en distintas ciudades de la España Republicana en 1937, nos dice: «Para nosotros, defender y difundir la cultura es una misma cosa: aumentar en el mundo el humano tesoro de conciencia vigilante».
Manel Aisa
Ateneu Enciclopèdic Popular