El Movimiento Provo
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Artículo publicado en La Lletra @ de Barcelona, Reus, nº 42 Octubre/Noviembre 1994
Sin duda, hay momentos en la vida en que todo parece enquistado, que nada tiene salida, situaciones en que todo parece perdido. Pero también la historia nos ha enseñado que en esos momentos suelen estar gestándose esas utopías que, a la postre, sirven para continuar el camino hacia esa próxima utopía que se presta a ver en el próximo horizonte en un sin fin de utopías y de un sin fin de horizontes, que hacen del hombre/ mujer un inconformista de su tiempo, aunque es bien sabido que los hombres/mujeres que tiran de este carro son, o están, siempre en la minoría de su tiempo.
Hoy, esto me recuerda, un poco, al movimiento Provo, como un inicio en 1965, en Ámsterdam, de todo lo que ha significado para sucesivas generaciones de europeos la meca de Ámsterdam, simplificada en el hippysmo de la época y la ignorancia, mi ignorancia, no excusa de todo cuanto se cocía en el pensamiento inconformista de centenares o miles de jóvenes holandeses. Por aquel entonces, bastaba poder sentarse, aunque solo fuera por un instante (el tiempo de la foto) en la plaza Damm, sin plantearse egoístamente el por qué de aquel viaje- quizá-, hoy todavía dentro del reptiliano de una buena parte de la actual generación europea.
De cualquier forma, hoy, visto a través del tiempo y la distancia, me doy perfecta cuenta de la importancia de dicho movimiento. Cuando todavía estaba por ocurrir en París, el Mayo del 68,o el movimiento estudiantil alemán o italiano, en Holanda, la juventud ya se estaba moviendo en la desconfianza de sus antecesores, que evidentemente eran generadores del nuevo bienestar de la Europa de postguerra.
El movimiento Provo (provocador, como su nombre indica) es el primer movimiento juvenil de la Europa de postguerra y se declara en contra de toda estructura de poder del sistema capitalista, el comunismo , el fascismo, la burocracia, el militarismo, el profesionalismo (competitividad) del dogmatismo religioso y todo organismo autoritario.
El movimiento Provo es el incitador de la preocupación por el ecologismo industrial de esa sociedad del bienestar, que Europa no ha parada de construir sobre todo en los últimos 40 años, a costa de la destrucción irracional de los recursos naturales de la Tierra, y la preocupación de los provos se hace notar, sobre todo, cuando implantan en Holanda, una de sus primeras consignas: La Bicicleta como medio de transporte.
Provo dice así: “Provo se siente en la obligación de tener que elegir entre la resistencia desesperada y la sumisa extinción “ por lo tanto “Incita a la resistencia por doquier”.
“Provo se da cuenta de que abandonará al fin, pero no puede pasar por alto la oportunidad de probar, al menos con una alternativa más cordial, el provocar a la sociedad”.
Los precursores de este movimiento sabían que iban a ser absorbidos o reprimidos por la sociedad, pero no por ello, mientras pudieran, dejaban de recoger el viejo trapo negro, tantas veces pisoteado, y en su declaración de principios decían: “Provo hace de la anarquía la fuente de inspiración de su resistencia, Provo desea resucitar el anarquismo y lo enseña a los jóvenes”.
El movimiento Provo supo acercarse a los jóvenes con el potencial expresivo del Happening (1) como forma artística, en la frontera de la cotidianidad y de lo absurdo de ésta. Sobre todo en lo trascrito entre la ley dictada por el hombre y la ley natural (esta última tantas veces defendida por movimientos como el anarquista a partir de Kropotkin, Reclús, Grave, etc)
La cabeza visible de este movimiento fue el joven Van Duyn, fiel seguidor de la tradición holandesa del anarquismo iniciada por el internacionalista Ferdinand Domela. Van Duyn, fiel lector de los textos de Kropotkin, se propuso dar a conocer su figura a toda una generación de holandeses con su libro “Mensaje de un provo”, cuya traducción literal del holandés es: “Mensaje de un enanito sabio” .
Van Duyn, a parte ya de la figura de Kropotkin mencionada arriba, muestra ya su denuncia a la irracionalidad de la política económica de la Europa Central y de los peligros que entraña la sociedad del bienestar sobre todo y, en este caso, en el contexto de los años 60 para los países del Tercer Mundo. También está presente su preocupación por los orígenes de las especies y el origen del hombre a través de las teorías de Darwin, hasta llegar a “al mono desnudo” de Desmond Morris, donde demostró sobradamente que el homo sapiens es el ciento noventa y tres de la especie de los monos.
Pero Van Duyn no se queda en esta simple absurdidad del mono banquero, mono jefe de Estado, mono Rey, mono carpintero, eran tiempos en que todavía, la norteamericana “Metro” ni tan siquiera había esbozado el descafeinado “Planeta de los simios” que por otro lado nada tiene que ver con el homo sapiens 193.
Pero sin duda la figura que más apasionaba a Van Duyn era Pier Kropotkin y seguramente, goza cuando descubre y adapta sus textos a la realidad tangible del momento y nos dice que : “Kropotkin hubiera sido feliz si hubiera conocido el átomo de hidrógeno”. Hecho que debería demostrar, o mejor certificar, buena parte de la obra expuesta por Kropotkin en el “apoyo mutuo” . E incluso, nos recuerda al más exaltado Kropotkin, me refiero a su artículo en “La Revolte” de 1879 donde nos dice: “ Cualquier medio nos sirve con tal de que este fuera de la ley”. Éste era el espíritu que trataba Van Duyn de dar a conocer la absurdidad de las leyes hecha por el hombre, había que ridiculizarlas desde cualquier ámbito de la cotidianidad, con la única arma de la que se disponía “la inconformidad”, había que saber decir no y demostrarlo y nada más fácil para ello que acercarse al día a día de cada individuo con los objetos o cosas que parecen imprescindibles y que nos rodean, para comprobar con ello la absurdidad de la mayoría de actos de nuestra cotidianidad y ninguna mejor arma para ello que el “happening” llevado hasta la persistencia cotidiana.
Una cotidianidad impuesta desde altos estamentos, o conceptos, de forma, como la Iglesia, el Estado, el dinero, el honor, la patria, la familia, la caridad, etc. Que había de desenmascarar.
Pero la efímera vida del movimiento Provo llegó a su fin en 1968, con un último acto de la absurdidad que lo había caracterizad, ésta fue la celebración espiritual del entierro del movimiento Provo, al igual que poco tiempo después, en Los Ángeles, sucedería lo propio con el movimiento Hippy.
Pero la muerte de un germen, que está vivo no representa más que un paso más hacía nuevos horizontes de nuevas utopías y eso fue, acto seguido, la creación por parte de Van Duyn y otros compañeros de viaje, de la figura de Kabouter dentro del “Estado Libre de Orange”. El objetivo era crear una contra sociedad desde dentro de las estructuras estatales, llegando a conseguir numerosos diputados. Pero éste es, sin duda, ya otra historia que, sin duda, tuvo otro fin y un nuevo germen de interpretación de la lucha contra el Estado, como bien pudiera ser algo mucho más consciente en la concepción del derecho o la racionalidad de una vida en común con las especies y espacios de un contorno (de un lugar). Me estoy refiriendo al movimiento Squatters y su singular lucha contra la propiedad, que ya Proudhon nos advirtió de la perversidad de un mundo de propietarios, donde el individuo, verdadero sostén del Estado, se aferra a la posesión de poseer cuanto más mejor. Evidentemente ese no es el camino, hacen falta nuevas utopías, nuevos movimientos Provo, que destierren ese egoísmo del hombre que debe de destruir el propio hombre, al menos al hombre que concebimos hoy dentro de cualquier Estado del llamado Primer Mundo.
(1) Concepto usado por primera vez por Allan Karpow en Nueva York, en 1958”La frontera entre el Happening y la vida cotidiana debe mantenerse tan fluída como indeterminada”
Manel Aisa Pàmpols