Manel Aisa Pàmpols
Todo y que ya hace tiempo de que venimos hablando del cambio climático, y de las evidencias de que todo está muy desajustado y que necesitamos otro tipo de filosofía para salir de este impase, ¿cómo hacer? Que significa el hecho de la organización de la sociedad, desde una lucha de clases, en la que siempre pierden los mismos, donde no hay una convivencia entre iguales, donde se busca que la sociedad sea dirigida por el “Liderazgo”, de quienes controlan, no ya el conocimiento, sino “La fuerza” por lo que la tierra sangra y lo vemos claramente en las actitudes de Israel frente a la región de Gaza, donde hay un genocidio ante los ojos del mundo y el mundo y sus herramientas políticas, son insuficientes para corregir esa devastadora resolución.

Mientras tanto, la tierra sangra a borbotones en Gaza (es un genocidio) pero también en África, Burkina Faso, Somalia, Sudán, Yemen, Myanmar, Nigeria y Siria, Senegal, en Ukrania, y seguro que en otros lugares del planeta que se me escapan, y el hambre la pobreza que se extiende por buena parte del sur del continente americano, pero la pobreza en sí, ya está bien instalada en el llamado primero mundo, Estado Unidos es un buen ejemplo, y Europa camina en esa dirección, cada vez más evidencias clasistas.
Macron habla de mandar tropas a defender Ukrania, mejor sería que fuera él a ver a Putin y se liaran a hostias, y dejaran en paz a las personas, o Ursula Gertrud von der Leyen, está pidiendo a los países que se rearmen, pero, que están todos ¡chalaos¡, que, ya no se acuerdan de la que se lio por dos veces en Europa.
Y encima cada vez, tenemos una mirada más fría, estéril y herma, que apenas transmite los sentimientos de los que debemos servirnos y palparnos nosotros mismos, para seguir adelante, la sociedad, dicen que después de la pandemia, es mucho más estéril, las sensibilidades se han perdido, y una buena parte de las personas necesitan cuidados psiquiátricos, la necesidad de cuidar nuestra propia salud mental, que anda por caminos suntuosos, que en muchos casos ni tan siquiera entendemos.
Y si pudiéramos para, para ver la vorágine en que estamos metidos, seguro que más de uno gritaría “Que pare el mundo que me bajo” y pillar otra vía, completamente diferente.
Pero, seguramente debemos resituarnos en el mapa y saber que estamos aquí de paso en el mismo barco de siempre, el cual debemos dejar como mínimo como lo encontramos, para que futuras generaciones, puedan seguir oliendo las hierbas del campo, que se pueda ser oliendo, pero tenemos delante de nosotros, un cambio, que ya debería resultar fácil de entender, porque esta sociedad industrial ha esquilmado de una manera feroz todos los conceptos de vida que nos regala lo natural, y ahora debemos de ser conscientes del cambio que se avecina, para ello hay que aprender y mucho, creo que, como siempre volver a empezar.
llenar de plata los bolsillos y que es probable que ya haya esquilmado de tal manera la tierra, que poca plata queda por repartir, por eso ahora miran hacía, la Luna , Marte, con el fin esquilmar también aquel terreno, por aquí que el fin del capitalismo, debería estar a un paso.
Pero, se creen que la tecnología, la técnica, debe de resolver todos nuestros problemas como sociedad, y eso solo puede ser una falacia, mientras tengamos el sentido de poseer, la propiedad, el egoísmo. Ni tan siquiera cabe hablar del desajustado Davos y su agenda 20-30. Ni tan siquiera las premisas de la inteligencia artificial que debe de solucionar todos los desaguisados de cada uno de los proyectos que cada uno de los países del entorno y de Europa en concreto, siempre nos hablas de márgenes de adaptación, y por su puesto desterrar todo aquello a que nos tiene acostumbrados los gobiernos que nos rodean cuando nos hablan del PIB, y como dice Jason Hickel: “Desde el momento en que empezamos a poner el foco en el crecimiento del PIB, no solo estamos fomentando aquellas cosas que sí mide este indicador, sino que estamos fomentando que estas crezcan de manera indefinida, independientemente de los costes que eso implique.” [1]
Ya toca otra cosa, y naturalmente debería ser mejor, no peor, también puede y debe suceder, que ya nada puede ser igual, y si por algo hay que echar una mirada, es para que todo lo nuevo sea entre iguales, no para mantener una sociedad de privilegiados.
Pero para eso hay que desmembrar esos sistemas rancios de organización actual, para ser capaces de crear nuevos paradigmas racionales entre iguales, y no en el contexto de una lucha de clases.
Pero como hacer posible, este cambio de paradigma en una sociedad de vértigo, en que cada día se va más acelerado, por el momento, me imagino que nadie tiene la barita mágica para saber, el qué hay que hacer, pero seguro que en algún momento habrá que entender que realmente ya ha llegado la hora del ¿Qué hay que hacer y el qué hacer?
Y los discursos del odio, que se han instalado en sociedades centro europeas, y también entre nosotros, los mediterráneos que han dejado de ser un mar de cultural para convertirse en un mar de muerte, de alambres y espinos, y poniendo parapetos en límite en las estrellas. Sembrado de ese discurso contra el diferente, contra el pobre, contra el desvalido, contra el llamado “Don Nadie” que dicen qué vale menos, que la “bala, que lo ha de matar” más bajo es difícil llegar.
A partir de ese momento, solo cabe focalizar lo común, todo aquello que nos une como pueblo, y unificar criterios en lo común, entender que aún no somos humanos, saber que el sendero que iniciamos la andadura, está lleno de recovecos, pero tiene que haber llegado la hora de saber reconstruir y desterrar todo aquello que acompaña ese discurso del odio, que en realidad probablemente, es un discurso del miedo, y del ego.
En este momento, solo cabe cuestionarse, cómo ha sido el camino de estos últimos 250 años, para no solo decrecer como una necesidad sociológica, sino el desaprender como un deber impuesto a cada uno de los mortales que en este momento habitan en la tierra, puesto que si tenemos claro que solo el derecho a nacer, nos da el derecho a una vida digna, como en su día apuntaba Anselmo Lorenzo en “el Banquete de la vida”, en su primera edición, como libro de lectura, de las publicaciones de la Escuela Moderna.
Necesitamos clarificar las ideas, el camino recorrido puede servirnos para saber el que no hay que hacer, y de alguna manera conseguir racionalizar, esa nueva transición que toda la humanidad debe de recorrer, y que habrá que tomar con decisión firme, en los próximos años y darles una oportunidad a futuras generaciones.
Para ello, en un principio como hemos dicho antes, hay que dejar de hablar de crecimiento, PIB, ese crecimiento exponencial que no nos conduce a ningún sitio especial, que lo único que significa es que cada vez más, la riqueza este en menos manos y la miseria se expanda por ahí, como una mancha de aceite por todos los hogares de este planeta, interrumpiendo los procesos de democracia real, que son insuficientes, donde todavía se hace patente, que las necesidades vitales, no cubiertas, como por ejemplo, donde la indigencia cada día gana terreno, ese es uno de los parámetros del mal estar de la sociedad, es una de las mayores diferencias económicas entre las clases sociales, y la invisibilidad de las mismas, y no solo eso, la insumisión en sí misma.
Pero también, en otros lugares del planeta que han estado de una manera exponencial esquilmado de las riquezas minerales de sus tierras y ahora por el color de su piel o por su lengua, son ignorados y esquilmados.
Hay que decir ¡basta!, ha esta forma de hacer que todavía continúa creyendo en el liderazgo de unos pocos, para despreciar a la mayoría. Que solo camina a perpetuar los privilegios de unos sobre otros y sabemos bien, que, en un momento en que la propia naturaleza, cuestiona la manera de definirnos como sociedad, la organización a nivel mundial, y todos sus parámetros, necesitamos prestar atención a sus advertencias, y no esperar que el rugido pase por nuestro lado, sino ir en su búsqueda.
Para ello necesitamos organizarnos como pueblo, generando conciencia social de clase, que es lo que nos permitirá construir alguna cosa entre individuos iguales, el debate, la afinidad, y finalmente el organizar, aquello que nos permita avanzar.
Porque, mientras caminemos por este mismo sendero, mientras no seamos capaces de entender que ya no podemos continuar en por este camino, que debemos encontrar un camino hacia la izquierda que nos dé otros valores de comportamiento humano, en el que no prime el capital, el dinero como cambio de valor trabajo, ni nada parecido.
Él ¿Qué hacer? Siempre he creído que, la primera medida debe de estar, en el sentido de la propiedad y más si la entendemos como propiedad privada, que en un principio es el “santa sanctórum” del capitalismo, que todos llevamos dentro, y que de alguna manera dificulta cualquier sentimiento de autogestión y de cooperación entre pueblos y entre personas.
Pero como cambiar ese chip, que nos corroe, primero y seguro que hay que gobernar desde el desgobierno, y sobre todo desde un pensamiento crítico, al cual no hay que entrar por evidencia, sino también, para desestabilizarlo, y así como nos dice el propio Tomás Ibáñez: “En definitiva, aunque el anarquismo esté constitutivamente abierto a las influencias del pensamiento crítico, es necesario trabajar para que incorpore más profundamente en su corpus teórico una buena cantidad de elementos ubicados en el exterior del pensamiento anarquista y, más precisamente, en la filosofía crítica contemporánea. Esa es la manera de incrementar su capacidad para detectar y combatir las manifestaciones del poder dominación que se desarrollan en la sociedad contemporánea”[2]
De alguna manera entiendo que necesitamos dar un paso a delante, y ser un tanto fuertes en el lenguaje, ya que por el momento no tenemos ninguna iniciativa al alcance de nuestras mentes que nos permita dilucidar el camino, solo sabemos que el actual no nos sirve, “Crecimiento”, “PIB” , ni tan siquiera la manipulación de la “inteligencia artificial”.
Si realmente, estamos tan convencidos de que hace falta un cambio radical de tendencia, trabajemos en esa dirección, y no nos empeñemos en seguir por camino de expertos burócratas profesionales de la manipulación capitalista, para quienes el egoísmo forma parte de una permanente naturaleza de carácter humano. Que solo busca la profesionalización del liderazgo y burócratas libertarios caen en esa emboscada capitalista.
Pero la naturaleza no tiene nada de humano y por ello resiste y a veces, puede ser sorprendente e inesperada.

Como dice Guy Debord El capital, la burguesía y el proletariado son también las dos únicas clases revolucionarias de la historia. [3]
Por lo que habrá de trabajar para que no haya más lucha de clases, aunque ambas clases sean capaces de hacer su revolución, basta ya, de desencuentros, y trabajemos y seamos capaces de diseñar la organización de una sociedad, sin líderes ni privilegiados, como decía, el anarquismo organizado, a cada cual sus necesidades, entendiendo estás a partir del aspecto físico, y psíquico de las personas, no en el sentido materialista de la historia.
Recuperar el espíritu de nuestros abuelos que fueron capaces de organizar una sociedad paralela, donde el dinero tenía poco recorrido, hay que aprender de aquellas experiencias, como de otras que han caminado en la misma dirección, sin duda hay que recuperar los viejos espíritus trasgresores de su momento histórico, y ser capaces de crear un proyecto que empodere a las personas, a todos los niveles, para crear una sociedad que sea capaz de vivir con pasión revolucionaria.
Sin duda, tendremos que ir definiendo nuestras referencias, que tenemos y conocemos de este mundo, que actualmente caminan por el salvajismo de los burgueses, que con dinero son capaces de comprar cualquier voluntad y cambiar todo el orden establecido, por ello, el constante tira y afloja de ese capital sin escrúpulos, que explota a emigrantes que previamente ha expulsado de sus tierras y los obliga a inmigrar, contamina sin ningún pudor los acuíferos, o la propia tierra, todo por el egoísmo de obtener más beneficio, y de paso envenenar al pobre y al pueblo que se ve obligado a comer comida basura, e inundar el campo de productos químicos y la ciudad también contaminando su atmosfera, todo pensando en el PIB (Producto Interior Bruto) como una competencia desleal, de quién más y más, con la promesa de mantener el crecimiento económico y la alimentación de la población mundial, pero siempre a partir del beneficio industrial que en realidad, no es más que él desequilibro social de los pueblos.¡Más Miseria!.
Como única solución por mantener el “status quo” de cada uno de esos capitalismos feroces, que siguen creyendo que el cambio climático no existe, que cualquier problema de la miseria lo solucionará la técnica, la tecnología o ahora la inteligencia artificial. Y mientras existan esos parámetros, y las personas que dirigen este mundo que no se dan por enteradas, y juegan a quién acumula más dinero.
Hace ya un tiempo que me cayó un pequeño librito en las manos del existencialista Raoul Vaneigem que lleva por título “El Estado no es ya nada, seamos todo”. Y este nos dice que al Estado ya solo le queda la represión policiaca que tiene como fin el extender el miedo y la desesperanza, que trabaja para deshumanizar a sus conciudadanos porque ya poco le interesan, y la sociedad del bienestar que se podía defender en Europa occidental cada día está más cuestionada, por el coste elevado que representa tanto la seguridad social, como la enseñanza, hoy día con la mano dura de la represión tienen el capital bastante.
Y busco entre los súbditos la idea de los cuatro jinetes del apocalipsis, La Guerra, el Hambre, la Peste y la Muerte, que en su día tan magistralmente definió en novela Vicente Blasco Ibáñez, y que ya no hay vuelta atrás para la mayoría de los seres de este planeta, que, si no sirven para ser esclavizados, poco paraíso les espera. Esta realidad, de que todo nos está dado, incluso el apocalipsis, nos ha traído o nos ha hecho caer como pueblos, en la mezquindad de las conciencias adormecidas.
Pero, hemos hablado de empoderamiento y afortunadamente siempre hay un, pero, y es por ahí donde debemos actuar, y entendiendo en la proliferación de que hoy día, numerosos grupos ecologistas, entiende que hay que actuar y necesitamos empezar a ser ambiciosos, en el sentido de provocar una consciencia de clase, ya que si eso no ocurre, difícilmente podremos avanzar en el camino de la liberación de los pueblos o cuanto menos, si como parece habrá que esperar al hundimiento del sistema, en el momento en que el capitalismo y su estado esté dispuesto a disparar el último cartucho, de los petrodólares que tengan en el bolsillo, el último burgués, seguramente ocurrirá, el burgués no perderá la ocasión, de comerse la última flor.
Y después el caos, el deshonor, y él, sálvese quien pueda que la nave se hunde.
Sí, sí, el caos parece inevitable, por lo que hay que buscar herramientas que nos den las ideas pertinentes, para tener la capacidad e ilusionar en un nuevo paradigma que contagie, al resto, con nuevas dinámicas de vida compartida.
por lo que ya hace años que Luis Andrés Edo, siempre en ciudades como Barcelona nos hablaba de “la asamblea permanente”, como una de las pocas vías para recurrir al movimiento de las personas y la resistencia para eso necesitamos de una práctica de autogestión muy extensa. Que Edo llega a decir: “Sugerir al Movimiento libertario la creación de una estructura, federativamente vertebrada, a través de los miles de localidades existentes, basada en el Municipio Libre, …” [4]
Camino del ecologismo revolucionario de Murray Bookchin, el primitivismo de John Zerzan, o seguir los pasos de Utah Phillips, cuando nos da el tope y nos recuerda que “La Tierra no se está muriendo, la están matando, y sus asesinos tienen nombre y dirección”[5]
Todo queda en el aire, ya llevamos tiempo identificando el problema, por lo que habrá que poner solución y no bastará con “la asamblea permanente” que también, y como dice Raoul Vaneigen a la vez que reflexiona sobre el Estado y la figura de La Boétie. Nos asegura que “Podemos sacar ventaja del choque que producirán el hundimiento del sistema, la desistegración del Estado y la tentación de mirar más allá de las mezquinas fronteras de la mercancía”. [6]
Pero sin duda, hay que estar atentos y que no nos pillen los dedos, en ese momento, ya estamos, ya ha llegado está entre nosotros con el cambio climático, las inesperadas actitudes medioambientales, provocadas por el hombre o no, con la nueva manera de buscar y distribuir las materias, las necesidades tecnologías, la escasez de esas materias, y demás elementos materiales que ayudan a construir ese mundo adverso para las personas, que ahora mismo necesitan de nuevas infraestructuras que nacen desde abajo y seguro que deben llegar al todo, o sea, a terminar con el liderazgo y llenar de contenido lo colectivo, en definitiva que como dice Jason Hickel “la economía se organice en torno a la prosperidad humana y a la estabilidad ecológica, no en torno a la acumulación constante de capital”. [7]
Y ese puede ser uno de los caminos que nos permitan no solo la teoría de ir acostumbrándonos a lo colectivo, sino de llegar a la práctica de la organización de la macroeconomía.
En definitiva, este es el proyecto que yo quería para cualquier espacio social que fuerza capaz de construir tejido social, empoderarnos y conseguir de alguna manera el federalismo de los centros sociales que corren en cada barrio de las grandes ciudades, en los pueblos, con las inter comarcales como herramientas conocimiento, imprescindibles para retomar la vida de lo común y compartirla, para hacernos con un pueblo “sin estado”, pero gobernado desde la responsabilidad de todos, a partir de asambleas permanentes renovables a cada instante.
Para acabar nada mejor y más claro que una reflexión de lo que dice en su momento “Ecologistas en Acción”, dice: “El bienestar debe desvincularse culturalmente de su asociación con el consumo superfluo, la calidad de vida debe desacoplarse estructuralmente (social y políticamente) del crecimiento económico, y la atención a la precariedad social y ecológica debe ser prioritaria para que no prolifere la precarización manufacturada impuesta por la economía política convencional”.[8]
Manel Aisa Pàmpols
Marzo 2024
[1] Jason Hickel : Menos es más cómo el decrecimento salvará al mundo . ed. Capitán Swing 2023, p.108
[2] Tomás Ibáñez Anarquismo en prespectiva p.28
[3] Guy Debord la sociedad del espectáculo P.85
[4] Manel Aisa Anarquisme i municipalisme al segle XXI. P.36
[5] Encendiendo la llama del ecologismo revolucionario.
[6] Raoul Vaneigem El estado no es ya nada, seamos todo, P.14
[7] Jason Hickel Menos es más P. 223
[8] Palmar Álvarez Blanco y Antonio Gómez Quiñones (coord.) La Imaginación Hipotecada . ed. Libros en Acción Madrid 2016 P.74