
8 de marzo de 2025 un artículo de Federica Montseny recuperado de Solidaridad Obrera del 18 de agosto de 1932, cuando, ella paso unos días en Andalucía y nos describe como se vivió en Granada el intento de Golpe de Estado de Sanjurjo.
Ahora cuando, se celebra el día de la mujer, ese 8 de marzo de 2025, y recordando estos últimos días que he pasado por Granada, la Granada, de Federico, de Antonina Rodrigo y la de tantas otras mujer y personas que, sin conocer he llegado a identificar, en el suspiro de un tiempo que parece que, ya pasó, y que sin embargo necesitamos recuperar con tanto anhelo ya que con ello, no solo nos va la vida, en tiempo en que otra vez suenan los tambores de guerra, esa guerra que siempre acaba llegando cuando los sables, se alzan como en los días que Federica Montseny en 1932 paso por la Andalucía, esa Andalucía pobre sí, pero libertaria, pero digna y luchadora, que creía en su destino con conquistas sociales, cuando no muy lejos de allí suenan los tambores de guerra, en ese momento de sables como fue la Sanjurjada, haya en Sevilla muy cerca de Granada, una ciudad hermana donde los militares quería la sangre de los demás, o sea del pueblo. Esa intentona de golpe de Estado a la Segunda República española que tiene su cabeza visible, en el general José Sanjurjo.
Cuando la sinrazón, en los tiempos actuales se suma en un nuevo giro en la macropolítica en todo su ámbito, en que ya los “popes” de ese mundo perverso, están imponiendo su discurso de odio para prepararnos, en la fase de la guerra, quieren guerra, quieren, sangre, y quieren la guerra y la sangre para los más desposeídos, matar por matar para defender algo indefendible como es la patria de no sé quién.
Hoy como ayer y como siempre hay que desterrar la idea de armarse para la guerra, si no hay armas no hay guerra, en un momento en que el decrecimiento está a la vuelta de la esquina, es decir, que paren de dirigirnos esos ineptos actuales, por qué eso se hunde y espero que día como este cada día den respuesta a la sinrazón de aquellos que el decrecimiento lo entiende con el rearmamento, y el ejemplo de Gaza, y el genocidio que han hecho con el pueblo palestino, para un modelo aplicable en otros rincones de este planeta.
En fin, nada mejor para mí en este momento que recuperar este escrito de Federica Montseny que nos describe una Granada y su gente, que no dudo al saber lo que estaba ocurriendo en otra ciudad hermana se lanzó a la calle en señal de protesta de cuanto estaba ocurriendo, en aquella España que a gritos pedía justicia, para los barrios de las ciudades y pueblos que a toda cosa pedía dignidad.
Manel Aisa Pàmpols
8 de marzo de 2025

Solidaridad Obrera nº 489, 17-8-1932, Federica Montseny en Granada escribe el artículo “En Granada a Través del fuego y la noche”,
Noche del 10 al 11 en Granada. El pueblo por las calles encendido por las noticias que llegan de Sevilla y de Madrid.
Se masca en el ambiente la tormenta, la fermentación revolucionaria, el pueblo no siente ya ninguna ilusión por la República, pero si siente el furor y la voluntad de no querer ser víctima del fascismo.
Gritos por las calles, esas explosiones populares que preparan la génesis de los hechos revolucionarios. Un grupo asalta el centro Tradicionalista, otros la redacción del “Ideal”, periódico cavernícola. Va caldeándose a cada momento un poco más el ambiente. La noche, tranquila, blanca, noche andaluza, se enrojece, con el rumor irritado de la multitud que pasa y traspasa incesantemente, agitándose inquieta.
Es “un pueblo”. Un pueblo en el que fermentan claramente mil propósitos, mil voluntades, unidas, en este momento, en un punto de concordia común: el propósito enérgico de impedir el triunfo del fascismo en España.
De pronto empieza a arder el casino de la Burguesía Las masas le han pegado fuego. Y aquí se inicia la tragedia. Desde la casa del Conde de Guadiana, situada frente al casino un grupo de aristócratas empiezan a hacer fuego contra el pueblo.
Tiran cobardemente, parapetados detrás de los balcones y de las ventanas. Caen los heridos, la noche se enciende de fuegos y de sangre.
El casino es una enorme hoguera. La multitud que protege el incendio contra la acción de los bomberos, lo deja y se lanza en un asalto frenético contra el palacio del conde. Los de dentro bien armados, siguen tirando, haciendo retroceder al pueblo. Mariano Cañete, un bravo compañero, se lanza al escalo de una ventana, pistola en mano. Los de dentro, que van sin ser vistos, le asesinan a quemarropa. La caída del cuerpo, desplomado sobre la multitud, enloquece de rabia a ésta.
No tienen armas con qué luchar contra los aristócratas armados y asaltan todas las armerías de Granada. En menos de media hora se arma todo el pueblo. Son desarmados los serenos, los guardias municipales, los guardias de seguridad. Todo el mundo dispara contra el reducto fascista. Y mientras se lucha, buscando manera de pegar fuego a la casa, desde el Hotel Alameda, se inicia otro fuego contra el pueblo. Caen hasta guardias de Seguridad heridos, guardias que escoltan a la Policía que quiere penetrar en el Hotel de Guadiana para salvar, apresándoles, a los aristócratas que el pueblo quiere ajusticiar por su cuenta.
¡La guardia siniestra dispara contra el pueblo! Se ha querido disfrazar esto, diciendo que los guardias se habían “confundido”, que no sabía contra quien tiraba.
Días 11 y 12 de agosto. Huelga General de Granada; paro absoluto e imponente.
El Casino sigue ardiendo. No es ya más que un montón de escombros. Y esta noche arderán otros lugares, según dicen.
Cañete y Donato Gómez están ya en el depósito del hospital. Dos de los mejores y más bravos de los compañeros granadinos, únicas víctimas definitivas de esta jornada sangrienta. Han caído defendiendo, sin querer al luchar contra el fascismo en ciernes, la pesebrera de todos los enchufados republicanos y socialistas. ¡Cómo siempre, somos nosotros los únicos que nos jugamos la vida y la perdemos ¡
El conde de Guadiana está preso. La multitud a tiroteado el coche que le conducía. La Policía y la Guardia Civil le han protegido. La sangre de los muertos no será vengada.
Escribo estas líneas poco antes del entierro de los dos compañeros, que será una enorme, una indescriptible manifestación popular.
Granada está ya invadida por Guardia Civil, de Guardias de Asalto, de tropas, que patrullan y embisten al pueblo.
Pero esta noche, pese a todo, pese a todo han sido incendiados el palacio de Guadiana, el convento de las Tomasas, la iglesia de San Nicolás, y la casa de los Morales, ricos caciques granadinos. En el asalto a esta última ha sido muerto otro compañero, asesinado. La fuerza pública arremete contra los obreros, defendiendo los intereses de los aristócratas y “asegurado”, el orden republicano.
No sé qué pasará en el entierro. El paro continúa siendo absoluto en Granada. El ambiente está cargado de electricidad. Y una vez más se ha demostrado que el español es un gran pueblo, superior a cuantos pretenden dirigirlo y capaz y de acabar con los que están explotando, asesinando y deshonrando.
He visto en este día y esta noche memorable lo que era este pueblo. Y lo que es particularmente este pueblo granadino, el más consciente y el más revolucionario de Andalucía. Siento en mi alma, a través de la pena por las víctimas, la alegría de pensar, que el fascismo es imposible en España y la revolución social un hecho inevitable, grandioso y próximo.
Granada 12 de agosto de 1932. Federica Montseny.
Manel Aisa Pàmpols
8 de març de 2025
