dos artículos suyos publicados en 1937 en la revista de Juventudes libertarias de Hospitalet de Llobregat en 1937
ADA MARTÍ VALL
O ellos o nosotros.
Precisa reaccionar y reaccionar de una manera altiva y violenta, entusiasta y audaz, a un tiempo que serena y meditada –pese la aparente paradoja del concepto-, ante el fenómeno para muchos incongruente, pero diáfano para quien en estas lides ha dejado girones de su existencia, de la contrarrevolución, que vive, alienta y fructifica en las entrañas mismas de un movimiento liberatriz.
Precisa –ahora más que nunca- luchar, vencer, y destruir en sus más atómicos, fragmentos, al monstruo devorador, de libertades, que amenaza asomar, muy en breve, palpitante, su macrocéfala cabeza, por entre los recios fémures de la Revolución que puede parecer al impulso arrollador y avieso de su bastardo e indeseable aborto, prometedor de un vigor y de una capacidad batalladora muy superior a la de su debilitada madre, y, más aún de su decrepito progenitor, el capitalismo, que puso en este bastardo obtenido por sorpresa y engendrado en un momento de abandono femenil, todos los desesperados anhelos de quien se adivina cercano a la impotencia y libra, esforzado, su último combate entre muecas a la impotencia y libra , esforzado , su ultimo combate , entre muecas de gozo y jadeantes estertores agónicos.
Precisa –hoy más que ayer, mañana más que hoy- impedir el desarrollo del inmundo reto, expulsarlo rápidamente aunque para ello fuere necesario recurrir a abortivos extremos y extirpar para siempre de las fecundad, pero mal sembradas entrañas toda piltrafa placentaria que pudiera corromper y envenenar la noble sangre, puesta en peligro por un descuido, por sobrado ingenuo pernicioso y por pernicioso criminal, aunque para ello, repito, precisa convertir en una llaga viva la preciosa carne amenazada por el virus burgués.
Precisa –lo afirmo nuevamente- lanzarnos al combate en el frente y en la retaguardia, con la pluma, con las armas, con nuestra herramienta de combate y de defensa. La defensiva debe, rápidamente, convertirse en ofensiva. Ya es tiempo, pues al menor error, el más pequeño descuido en nuestra salvaguarda personal y colectiva estaremos perdidos. Mejor dicho, lo estamos ¡ya ¡no hay que engañarnos, ni las circunstancias permiten, inútiles circunloquios ni temerarios velos.
Dejémonos de tapujos, pues, y miremos las cosas cara a cara, que es como deben mirarlas los hombres y confesémonos, siquiera a nosotros mismos, nuestra imposibilidad de resistir, sin jugarnos el todo y por todo, al monstruo que nos acecha anhelante.
Precisa convertiré en historia nuestra aparente –y culpable- derrota.
¡La contrarrevolución sigue su avance!
La contrarrevolución avanza, e incesantemente, amenazando aplastarnos bajo su férula poderosa. Insisto en ello, y no precisamente porque el tema me sea grato, sino por considerarlo necesario, pese su ingratitud.
Se rumorea- y malo es que tales rumores ofrezcan alguna consistencia-, acerca de un probable retorno de determinados comercios -barberías, lecherías, panaderías, etc.-, a sus antiguos poseedores, aceptándose, incluso, la posibilidad de que sean despedidos de ellos todos aquellos obreros y empleados que influyeron y trabajaron en la colectivización.
En lo que a lecherías respecta, por lo menos, han llegado a mis oídos, con pocos días de diferencia, dos casos de incautación, por parte de los antiguos patronos, del material bovino necesario para la industria, seguidos del despido, sin indemnización ninguna, de los obreros que en ella trabajaban. De eso, al viejo acto capitalista que condenaba al hambre a todo trabajador fichado como rebelde, no hay más que un paso…
Por otra parte, e incluso en los medios oficiales, se habla con sobrada insistencia de un cierto Decreto, todavía no firmado, pero sí en perspectiva, en el cual se trata de reintegrar los edificios y terrenos incautados a sus “legítimos” propietarios, tras indemnizarlos de los daños y perjuicios sufridos durante esos meses de incautación. Si a eso añadimos el aumento observado en los alquileres , desde que tras los primeros controles sindicales, pasaron a ser propiedad las fincas del Gobierno de la Generalidad, y la orden, que no tardará en dictarse, de persecución y desahucio – o imposición de albergar y mantener a refugiados más o menos numerosos, según la cuantía de la deuda- a, ido inquilino que, por cualquier causa, se encontrara en la imposibilidad de abonar la cantidadconvenida, nos hallaremos , con la consiguiente sorpresa, con que estamos igual , exactamente igual , que el día 18 de julio del pasado 1936, pese a haber transcurrido desde entonces un año terrible e interminable, durante el cual hemos trabajado sin descanso, un año cuyas angustias e inquietudes han dado al traste con nuestras energía y destrozado nuestro sistema nervioso, y cuyas horas y días vertiginosos se han llevado consigo gironés de nuestro espíritu retazos de nuestras ilusiones y de pedazos de nuestro corazón , entre los miembros dolientes y ensangrentados de los amigos, de los compañeros, que caen sin vida en el campo de batalla, pero con el legítimo orgullo de quien sabe que de un cuerpo exánime ha de nacer un nuevo y más potente anhelo de Libertad.
Y mientras los hombres mueren en la zona de combate, mientras en la retaguardia los verdaderos revolucionarios, libran una lucha hercúlea y callada para salvar la economía amenazada, mientras el campesino hace brillar al sol, rápida y fulgente, para que nada falte a los luchadores, esa misma hoz con que imaginó limpiar de inmundas alimañas sus campos rojizos, mientras ciudades y pueblos son destruidos por la metralla, y mujeres , ancianos y niños masacrados bárbaramente, mientras día por día aumentan los enfermos y los mutilados y se llenan de cerebros enloquecidos las casas de salud, los negros cuervos del capitalismo, de nuevo en sus hoteles y palacios, frotan, sonrientes, sus ociosas manos, y, con amorosos desvelos quitan el polvo a sus legajos y sacan de su obscuro rincón las acciones y obligaciones y los títulos arrendatarios que han de retornarles la perdida opulencia.
Ada Martí Vall
Ideas,
Hospitalet, 10-9-1937
Ada en un artículo firmado apenas unos meses después de mayo del 37, ya se da perfecta cuenta de que la revolución pierde su destino, todo y el gran esfuerzo de todos, ellos, de hombres y mujeres de su generación, que no han parado de alimentar esa revolución que ahora ven como decrece y menguada, por el capricho de los politiqueos de aquellos creyeron compañeros de aventura.
Tremendo el lenguaje de Ada Martí, tiene claro lo que está pasando, pero aún confía en reconducir la situación y por ello no dejará de luchar y denunciar con su fina arma, ¡la pluma!, para tratar, en todo momento, aquello que ve, y entiendo de lo que está pasando políticamente en su alrededor, no le gusta para nada.
De alguna manera entiendo que Ada Martí, está en guardia y nos pone en guardia, en un momento que todos aquellos avances que podían las juventudes libertarias a las que ella pertenece, había entendido que los comités confederales les habían llevado hasta allí con el control de la calle y de las empresas ya fueran colectivizadas o socializados algunos sectores industriales, pero ahora. Para no seguir cayendo en la trampa que nos propone aquellos contrarrevolucionarios que nos hablan de segar nuestras ideas revolucionarias con las que con tantas ilusiones iniciaron el camino de la revolución las Juventudes Libertarias que tanto apostaron por ello, al creerse y realmente ser, el ombligo de aquella revolución.
Ada Martí desde las páginas de la prensa de las Juventudes Libertarias lanza un llamamiento para una contraofensiva contra la contrarrevolución que al menos desde mayo del 37 está en los nuevos comités de fábrica y de colectivizaciones, en la gestión de la vida, con los llamados comisarios políticos, que ya han dejado de estar al lado del pueblo, y ahora, se vuelven poco a poco, a los estamentos burgueses y la concepción de un mundo aburguesado.
Y con energía Ada Martí reclama plantar cara a las adversidades, a todos los contrarrevolucionarios, sin miedo y con mucha dignidad, ya que el monstruo que asecha a la revolución está entre nosotros, todo y que también delante tenemos la cara pétrea de la monstruosidad, entre lo aburguesado y el fascismo a cada cual su peor careto.
Ada nos advierte de que la contrarrevolución avanza, es patente en la vida cotidiana, ya nada es como antes, y en parte advierte, que es, por nuestra actitud pasiva, el dejar hacer a los demás se ha convertido en el mal sueño de los revolucionarios y cada día que pasa es más difícil enderezar la revolución, en un momento en que nos necesitamos todos, mientras nuestros compañeros siguen cayendo en el frente.
Y nos advierte de los rumores, que rondan por las esquinas de la ciudad, es que siempre algo de cierto llevan y de alguna manera por sectores vemos que se va acabando el sueño revolucionario, devolver la propiedad a los legítimos usurpadores, para Ada Martí Vall como tantos otros es un verdadero hachazo a la revolución a la democracia directa, a un pueblo.
Después el ejemplo de la lechería, no uno sino dos casos ya en Barcelona de empresas de este sector que al parecer en septiembre del 37 ya están despidiendo a los trabajadores que con buen criterio fueron capaces de mantener y en muchísimos casos mejorar la producción que anteriormente organizaron sus antiguos patronos.
Ada Martí pone en guardia y denuncia aquello que se prepara para destrozar todos los sueños de la revolución y de los revolucionarios y al parecer ya están a un paso de volver al 18 de julio del 36, donde todo estaba por hacer y ahora, el gobierno de la Generalidad pretende devolver a los propietarios, sus propiedades e indemnizar a los pobres burgueses, que se han visto desprovisto del mercado especulativo, y no solo eso, sino que ya apunta a un repunte de subida de alquileres que hará insostenible la vida de los pobres obreros que ya extenuados todavía luchan en retaguardia para dar lumbre y energía en el frente, mientras que los jóvenes caen en las emboscadas del capitalismo fascista.
Toda esta contraofensiva, ya Ada Martí, la observa en un momento crucial donde los revolucionarios solos, en las calles y en las fábricas, libran una dura batalla, que, ya preparan los políticos, en su esquema de alta traición a todo un pueblo que creyó y luchó por la libertad.
Manel Aisa Pàmpols
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Política de sindicales o sindicales apolíticas
Por Ada Martí
Ante un gobierno de pura índole política, como el que nos ha sido impuesto por Valencia- o por las potencias extranjeras en ello interesadas-, las masas proletarias encuéntrenle perdidas, descentradas, alejadas, por incomprensible, para ellas, de todo el movimiento directivo gubernamental.
La política, con sus zancadillas y manejos más o menos diplomático, no está al alcance, en lo que a una compresión y visión íntegra se refiere, sino de aquel que, por su temperamento o por inducirle a ello las circunstancias eventuales de la existencia, ha tenido el tiempo y el mal gusto necesario para dedicarse a estudiarla. No, en modo alguno, del que, ignorando sus cimientos básicos- el maquiavelismo-, intenta, con la mejor voluntad del mundo, pero de forma indudablemente equivocada, utilizarla como medio de liberación.
De ello se deduce que la política, con sus triquiñuelas, difíciles aun para quien la conoce a fondo – el fracaso, más o menos lejano, de los políticos, lo prueba-, no es, no puede ser un enigma de fácil solución dentro los medios proletarios. El obrero, preocupado, casi desde su nacimiento, por el problema económico, no tiene, no puede tener, las horas ni la serenidad de espíritu necesario para entregarse a tan ardua como inútil tarea. Sería inhumano y absurdo pedirle a un hombre mal dormido y a menudo hambriento tales ocupaciones intelectivas. En cambio, no lo es – y la experiencia ha venido a demostrárnoslo –hallar en el más humilde y analfabeto de los obreros una cultura ideológica y social.
Ello es debido a que la política exige del hombre unas determinadas condiciones de hipocresía, astucia y falsedad natural, aparte de unos estudios apropiados para que tales condiciones se desarrollen y fructifiquen, lo cual hace de ella algo ajeno al trabajador, en quien, esas facultades, de existir, tienen pocas probabilidades de vida por falta de un cultivo, como he dicho, apropiado a su desarrollo.
Así, pues, admitiendo en el obrero, en el trabajador medio, como en el campesino y en el empleado manual, unas mismas condiciones en lo que al aspecto puramente sociológico se refiere, y aceptando que la política, por el contrario, sólo en los medios ya más preparados intelectualmente puede ser comprendida, convendremos en que de haber un Gobierno o Comité, considerado como revolucionario , ese, debe, por la fuerza, estar en manos de los trabajadores todos, no sólo de una pequeña minoría más o menos cultivada, y de ser así, ateniéndonos a lo dicho, no puede en modo alguno admitirse como tal un Gobierno político, por muy “ de la victoria” que algunos sectores interesados en su continuación lo quieran apedillar.
Ahora bien. De no admitirse la posibilidad de un Gobierno sindical y por lo tanto apolítico, de prepararse una traición, un nuevo abrazo de Vergara con los enemigos de dentro, lo menos que puede pedirse es que no se mezcle con ello al pueblo, que no se intente envilecerle hasta tal punto haciéndole solidario de maniobras turbias que sólo un objetivo indigno y canallesco pueden tener, es decir, aunque a algunos ya contaminados por las alturas les parezca molesto que dejen de hacer política las sindicales, limitando su misión, como en tiempos de la burguesía- a los que retornamos a pasos agigantados- a defender a los trabajadores de las expoliaciones de que no tardará en hacerles víctima ese Gobierno, recuerdo resucitado, en el presente, y troquel idéntico, de continuar así, en el futuro, de épocas ya pretéritas, que titulándose obrero y revolucionario, se aleja, por inoportuno, de todo contacto con la mayoría proletaria y sindical.
Ada Martí Vall revista Ideas nº 30, 14 de agosto de 1937.
Estamos poco más o menos en agosto de 1937, cuando los anarcos sin duda a raíz de los hechos de Mayo y anteriormente los de Bellver de Cerdany donde cayó el cojo de Málaga, es evidente que pese a que en la calle y en los ateneos libertarios de los barrios todavía se conserva una cierta fuerza, lo cierto es que cada vez esa fuerza está más diluida, desde mayo que había formado un nuevo gobierno con los pro comunistas ahora en el gobierno y apuntó de acusar a los anarquistas de contrarrevolucionarios y llenar las cárceles de anarquistas, y en los hogares republicanos llenarlos de lentejas , sí, “lentejas del doctor Negrín” no olvidemos que era un desconocido político y doctor Canario.
Una reflexión magnifica de lo que realmente son las personas y su lucha por la supervivencia y sobre todo en tiempos difíciles de guerra y hambruna que ante la iniciativa de conseguir el necesario alimento y el pacto económico que este equilibrio con el hambre precisa, mientras que el obrero humilde y muchas veces analfabeto , pero por encima de todo tiene muy arraigada la experiencia cultura ideológica y social, que no precisa de las triquiñuelas malvadas de aquellos politiqueos, que se aprovechan del correcto diccionario de la lengua, como primera requisa para burocratizar nuestras vidas.
Aquella Ada Martí que entendimos esplendorosa, en los primeros días de la revolución donde sin duda, estaba eufórica y se sabía el ombligo del mundo, ahora se da cuenta de que todo está a punto de perderse por que no han podido con las hipocresías ni los engaños las astucias y las falsedades con las que los políticos están acostumbrados a convivir.
Y aquí creo que se nos muestra una buena parte de la Ada Martí Vall, revolucionaria, cuando cuestiona las camufladas intenciones de un Gobierno o comité pretendidamente revolucionario, con intelectuales o los pretendidos seudointelectuales de siempre que se creen por encima de todos, los obreros sobre todo de aquellos que son obreros manuales, que por adaptación sociológica, aquellos de ayer como hoy por el simple hecho de tener una carrera universitaria, se sienten más capacitados para gobernar, cuando para Ada Martí no es del todo cierto, y solo lo entiende y comparte cuando estos obreros manuales de la ciudad o del campo después de su jornada laboral no están para continuar en los comités aunque sea revolucionarios, pero a la vez si uno considera que está construyendo una revolución esa revolución debe de estar en manos de obrerismo.
Así como si hubiese tenido una conversación Ada Martí con Juan García Oliver, que todos recordamos como entando en el Gobierno, de ministro de Justicia, llegado el momento él y los comités superiores de la CNT FAI defendieron continuar en el Gobierno con Largo Caballero para seguir creyendo en la revolución y en la posibilidad de ganar la guerra, pero con la dependencia de la URSS , el oro de Moscú que nunca más se supo los comunistas del PSUC en Catalunya, y demás triquiñuelas de la política internacional se acabó el sueño revolucionario, pero siempre hay una esperanza en un corazón revolucionario como por ejemplo el corazón de nuestra estimada Ada sepa que todo está poco más o menos que perdido.
Manel Aisa Pàmpols